MERCADO ELÉCTRICO

José Julián Barriga y Fernando López-Rodríguez (Club Senior de Extremadura): “Casi la mitad de la riqueza industrial de Extremadura corresponde a su producción energética, pero sólo mantiene 1.690 empleos estables”

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A la izquierda, FERNANDO LÓPEZ-RODRÍGUEZ, Catedrático de la Escuela de Ingenierías Industriales de la UEX; al la derecha, JOSÉ JULIÁN BARRIGA BRAVO,Presidente del Club Senior  

José Julián Barriga y Fernando López-Rodríguez, Club Senior de Extremadura

El Club Senior de Extremadura, que agrupa a destacados empresarios y profesionales de la región, publicó hace unos meses el libro “Cómo evitar la tercera colonización energética de Extremadura”. José Julián Barriga, Presidente del Club Senior y Coordinador del estudio, y Fernando López- Rodríguez, catedrático de la Escuela de Ingenierías Industriales de la UEX y coautor del estudio analizan aquí sus claves.

¿Cómo surgió la idea del libro?

José Julián Barriga: La razón y la oportunidad de este nuevo libro del Club Sénior de Extremadura es bien sencilla: responder a esta pregunta: ¿cómo se explica que siendo Extremadura una potencia en la producción de electricidad sólo consuma apenas una quinta parte de cuanto produce? O lo que es lo mismo: ¿qué ha sucedido a lo largo de la historia -por eso hablamos de “tercera colonización energética”- para que, siendo Extremadura una potencia en la producción de energía hidroeléctrica, contando, como cuenta, con la mayor central nuclear de España y siendo, como es actualmente, la Comunidad Autónoma más destacada en producción fotovoltaica -con los dos campos fotovoltaicos mayores de Europa-, sea, a la par, la región con menor desarrollo económico y con mayores índices de paro, especialmente de desempleo juvenil?

Todas estas cuestiones y otras muchas son las que llevaron al Club Sénior a crear un grupo de profesionales expertos, integrado por nueve de sus miembros especializados en diferentes campos relacionados con la energía, para que hicieran una reflexión en profundidad sobre uno de los problemas más importantes a los que nos enfrentamos los extremeños: la tremenda desproporción entre la riqueza de sus recursos naturales -y la producción de energía es el segundo capítulo más importante de su PIB- y su bajo nivel de desarrollo económico y social. Nadie que yo sepa ha hecho la más mínima objeción al nivel profesional de este equipo de seniors constituido por catedráticos de Universidad, ingenieros superiores o personas de dilatada y meritoria trayectoria empresarial, plurales e independientes, comprometidos con el progreso de su tierra.

Que quede claro que en el Club Sénior no somos contrarios al desarrollo de las energías en Extremadura, y mucho menos de las energías renovables, y en particular de los desarrollos fotovoltaicos. Del libro del Club Sénior se desprende una conclusión meridiana: es necesario, urgente, imprescindible, vincular la producción de energía con el desarrollo industrial y empresarial del territorio. Aproximadamente la mitad de la riqueza industrial de Extremadura corresponde a su producción energética. Pero sólo mantiene 1.690 empleos estables, el 5 % del resto de los empleos industriales. Nadie puede hacer la más mínima objeción a esta reivindicación teniendo en cuenta que nuestra Comunidad continúa siendo eterna productora de materias primas sin transformación e industrialización. Extremadura es la primera región en producción de energía fotovoltaica, segunda en nuclear, tercera en potencia hidráulica instalada. Pues bien, a pesar de ello, Extremadura es la Comunidad con menos PIB per cápita, con mayores índices de paro registrado, con mayor índice de paro juvenil y mayor tasa de emigración de jóvenes, con mayor riesgo de pobreza…, etc. Y, como final de ecuación: Extremadura “exporta” más de cuatro veces el volumen de electricidad que consume.

Los grandes proyectos renovables son intensivos en manos de obra durante su construcción, pero no así una vez puestos en marcha ¿Cómo se puede compensar  esta situación?

Fernando López-Rodríguez:  Efectivamente, los grandes proyectos fotovoltaicos llegan a tener hasta 1.300 operarios durante la construcción, como es el caso de la fotovoltaica Núñez de Balboa en Usagre, o la Francisco Pizarro en Torrecilla de la Tiesa, que está en construcción, pero solo durante los meses de mayor actividad (4 ó 5 meses). Cuando concluye la planta, quedan muy pocos operarios, solo el personal de operación y mantenimiento, que es inferior a los que actuaban en labores agrícolas/ganaderas en las 3 ó 4 fincas que se unieron para construir la central, en palabras de algún político extremeño.

El  libro presenta una serie de propuestas para reconducir la situación. Se trata de compaginar los legítimos intereses de las empresas productoras con las necesidades económicas y sociales de la región. Todo lo que no sea así nos hace pensar en una nueva colonización.

Por ejemplo, la prensa ha publicado recientemente el acuerdo alcanzado entre la empresa Iberdrola y Danone, de forma que la energía producida en la mayor planta fotovoltaica de Europa, la Francisco Pizarro en Torrecilla la Tiesa, abastece a los 29 centros de que dispone Danone en España, la mayoría en Cataluña, y ninguno radicado en la región. Es lo contrario de lo que se aconseja en época de transición energética, producción de energía distribuida en plantas pequeñas y próximas al consumo. En nuestro caso, en vez de atraer las empresas, se transporta nuestro recurso energético a otras comunidades y Extremadura no se entera de nada.

Otro ejemplo, el hidrógeno verde. El hidrógeno es un vector que tiene un futuro importantísimo para la industria, el almacenamiento de energía, la automoción, etc., pero sobre todo el hidrógeno verde, el producido con energía renovable o sin emisiones. Las compañías distribuidoras prefieren transportar nuestra energía renovable o nuclear (sin emisiones) a otras regiones y producir hidrógeno verde (Puertollano, Castellón, Barcelona, la Robla, Burgos, etc.), mientras que en Extremadura no hay un solo proyecto de producción de hidrógeno verde.

Esto no es presentable. Mientras tanto los gestores públicos han adoptado una actitud pasiva e indiferente ante la realidad innegable de que los recursos energéticos de Extremadura se utilicen para proveer de energía a otras regiones.

A todo lo anterior hay que añadir los estudios del catedrático de la UEX Dr. Mora Aliseda, que según los datos estadísticos del INE, los 20 municipios situados en el entorno de 5 centrales fotovoltaicas de entre las más grandes de España, han perdido población y entre ellas se encuentran localidades importantes tales como Talayuela, Zafra, Los Santos de Maimona, Logrosán, etc. 

Está claro, que estas grandes compañías pueden actuar como tractoras, y junto con la Junta de Extremadura, pueden atraer inversiones y plantas que necesiten energía eléctrica verde a Extremadura, por lo que no se entiende que esta extraordinaria capacidad productiva no se emplee en la promoción industrial de una región que tiene, por el contrario, los mayores índices de atraso nacional.

Por otra parte, se debe potenciar el sector agroalimentario, haciendo que esas plantas abastezcan a las industrias permitiendo el autoconsumo, o promover los polígonos industriales agroalimentarios en las zonas donde se concentran la producción agraria y suministrar energía con instalaciones fotovoltaicas ubicada en su proximidad mediante sistemas de autoconsumo o por contratos PPA.

El libro, también presenta otras propuestas como son adecuar la Ecotasa a las nuevas fuentes de generación de energía para conseguir nuevos ingresos, que una parte importante de los recursos de los Fondos Europeos de Recuperación se utilicen para  proyectos a realizar en el territorio extremeño y que todos ellos tengan como requisito imprescindible corresponsabilizarse en el desarrollo económico de la región, o que se prioricen proyectos de nuevas plantas de EERR, que aporten proyectos complementarios que supongan el consumo en su entorno de al menos el 10% de la energía generada.

¿Sería posible que las empresas e industrias ubicadas en la región tuvieran un acceso más económico a la electricidad?

Fernando López-Rodríguez: Sí es factible. De hecho, un estudio de la UEX, del que se ha hecho eco el Club Senior de Extremadura contempla esta posibilidad. Extremadura y su sector industrial están pidiendo una rebaja en el precio de la energía. No podemos seguir siendo una gran pila o batería eléctrica para España, en la situación económica e industrial tan precaria en la que nos encontramos con respecto al resto de comunidades.El sector agroalimentario está demandando tarifas estacionales, que pueden fácilmente ser introducidas y han existido en otro tiempo, mientras que en el País Vasco se permiten tarifas de Media Tensión al precio de la Alta Tensión, o suprimiendo determinados peajes para Extremadura que no son de aplicación. Esto supondría una rebaja en el recibo equivalente a la mitad de la subvención que se le concede a Baleares y Canarias y similar a la del País Vasco al sector industrial, como se indica en el mencionado estudio, y que repercutiría en rebajar el recibo eléctrico en un 35% para el sector doméstico y un 50% para el sector industrial.

Pedro Fresco, especialista en el mercado eléctrico: “La combinación de autoconsumo y almacenamiento va a alterar la relación entre la red eléctrica y el consumidor”

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Pedro Fresco

Entrevista con
Pedro Fresco
Autor de “El futuro de la energía en 100 preguntas

Pedro Fresco, especialista en el mercado eléctrico y gasista y experto de la Universidad Internacional de Valencia, ha presentado recientemente su libro “El futuro de la energía en 100 preguntas”.

¿Hacia dónde va a cambiar el mundo energético en los próximos años según tu libro «El futuro de la energía en 100 preguntas«?

En el libro sostengo que hay tres idea clave que van a marcar el futuro de la energía. La primera es que la energía del futuro será renovable, pasando de un modelo de energías con base fósil a un modelo basado en las energías alternativas. La segunda idea es que el futuro es eléctrico, es decir, iremos hacia una sustitución de combustibles por electricidad, electrificando el transporte, la climatización, etc. Y, finalmente, la tercera idea clave es que el futuro de la energía será descentralizado, yendo a un modelo en el que no serán sólo las grandes centrales las que generarán la energía sino que también lo haremos nosotros mismos, convirtiéndonos en prosumidores.

Hasta no hace mucho las empresas eléctricas eran las grandes protagonistas del sector. ¿Ahora también lo son los propios clientes que puede convertirse en sus propios productores?

Efectivamente, esa es una de las claves del futuro. No es que las grandes centrales o los grandes generadores vayan a desaparecer, van a seguir existiendo porque el sistema eléctrico y ciertas actividades los necesitan, pero progresivamente iremos sustituyendo parte de esa generación centralizada por una descentralizada, propia. Y esto es algo que va a suceder en el consumidor doméstico pero también en el sector servicios o las empresas industriales.

¿Hasta qué punto el autoconsumo y la posibilidad del almacenamiento de energía con baterías va a cambiar el mundo energético?

Va a cambiarlo radicalmente. El almacenamiento, a nivel de grandes centrales o de sistema eléctrico, es lo que nos va a permitir prescindir progresivamente de las centrales térmicas e ir hacia un sistema eléctrico 100% renovable. Pero, además, la combinación de autoconsumo y almacenamiento a nivel de consumidor final va a alterar la naturaleza de la relación entre la red eléctrica y el consumidor.

Con sistemas de autoconsumo y almacenamiento económicamente competitivos, la mayoría de consumidores finales van a poder ser casi autosuficientes o, incluso, muchos podrán plantearse desconectarse de la red eléctrica, sobre todo una vez tengamos “baterías móviles” que serán nuestros vehículos eléctricos. La red ofrecerá ventajas, como vender o compartir la energía producida, pero habrá quién no las necesite. Cómo se ajustará todo es aún incierto, pero lo que es seguro es que en un par de décadas será muy distinto.

¿La movilidad eléctrica total, con el fin de los combustibles fósiles en la automoción en algunas décadas, qué necesita para ser viable?

Viable técnicamente ya es a nivel de vehículo particular, transporte de mercancías ligeras o transporte público urbano. En otros ámbitos, como la aviación, el transporte marítimo o el transporte internacional por carretera, todavía no lo es. El campo que me parece más complicado es la aviación, donde probablemente habrá que optar por alternativas como el hidrógeno, que en cualquier caso también sería renovable.

En todo caso, el campo de la movilidad eléctrica está evolucionando muy rápidamente. Cada año los nuevos modelos tienen más autonomía y las baterías son más baratas, y esa tendencia continuará en el futuro. En muy pocos años, los utilitarios eléctricos serán más competitivos que los vehículos de combustión gracias a sus menores costes variables y de mantenimiento. En cuanto eliminemos la frontera psicológica de la autonomía, que superaremos con una infraestructura de recargas rápidas adecuada, la revolución del vehículo eléctrico será imparable.

El coste energético es clave para muchos pequeños negocios (pymes, cooperativas, comercios, hostelería…). ¿Puede bajar sensiblemente en los próximos años el precio de la energía? ¿De qué dependerá más?

Hoy en día las energías renovables más maduras, la eólica y la solar fotovoltaica, son las energías que pueden generar electricidad a precio más bajo, así que su progresiva implantación debería hacer bajar el precio de la electricidad. Sin embargo, estas energías tienen un hándicap, que son intermitentes, y por tanto a partir de cierto grado de implantación será necesario complementarlas con almacenamiento u otras renovables no intermitentes que pueden ser más caras. Como aún no hemos llegado a ese punto no sabemos si en ese momento el precio de esas renovables y de ese almacenamiento encarecerá el recibo. Yo soy optimista y creo que en menos de una década tendremos sistemas de almacenamiento combinados con energías intermitentes que serán más baratos que cualquier alternativa fósil.

Eso es para la electricidad, sin embargo para el resto de energías (gas natural, gasóleo, gasolina, etc.) la tendencia será al encarecimiento. La lucha contra el cambio climático va a obligar a desincentivar su uso, algo que probablemente vendrá mediante su incremento de precio vía impuestos. Ya hay algunas propuestas en ese sentido, que pretenden aumentar la imposición sobre los combustibles y bajarla sobre la electricidad, para facilitar esa electrificación.

En todo caso quiero dejar un mensaje optimista. La posibilidad de autogenerar nuestra propia energía a precios cada vez más baratos nos va a permitir reducir nuestros costes energéticos. Una gestión cada vez más inteligente de la energía, las mejoras en la eficiencia energética y la nueva realidad a la que nos llevará ser prosumidores también operarán en nuestro interés. Si nos movemos con los tiempos, este nuevo paradigma será positivo para las empresas y abrirá muchas oportunidades de negocio que hoy ni siquiera somos capaces de vislumbrar.

Siete de cada diez hogares desconoce si su contrato de gas natural o de electricidad está en el mercado regulado o libre

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Los datos del Panel de Hogares CNMC (segundo trimestre 2018) continúan mostrando el desconocimiento que tienen los usuarios sobre las condiciones de contratación de los suministros de luz y de gas natural, aunque la mayoría de indicadores mejoran respecto a anteriores oleadas. Por ejemplo, un 67% de los hogares no sabe si su suministro de electricidad está en el mercado regulado o libre (el año pasado esta cifra era mayor, de un 69,7%). Por su parte, si hablamos de gas natural, la cifra de desconocimiento es de un 72,8% (mientras que el año pasado era del 74,7%).

También hay una tendencia de mejora en cuanto a las familias que no saben qué tarifa eléctrica tienen contratada: desde la primera oleada del Panel (2015) en que un 45,4% declaraba no conocer la tarifa que tenía, hasta esta oleada en que esta cifra es del 38,8%.

El Panel de Hogares pone en evidencia las diferencias en los hábitos de consumo entre los hogares que declaran tener tarifas cuyo precio depende de la hora y los que declaran tener tarifas que dependen del tramo del día (discriminación horaria). En los primeros, los distintos precios de la luz según la hora del día tienen un bajo impacto en las decisiones de consumo de los hogares: un 61% no tiene en cuenta los precios en sus hábitos. En cambio, entre los hogares con una tarifa por tramos (discriminación horaria), más de un 70% tiene bastante en cuenta los precios al consumir y solo un 8% no los tiene en cuenta.

La mejora más significativa en cuanto al conocimiento de diferentes indicadores en este sector la encontramos al preguntar sobre el conocimiento de los hogares sobre el bono social de electricidad para los consumidores vulnerables. En junio de 2018, 6 de cada 10 consumidores conocía su existencia, 10 puntos más que hace un año. Además, entre éstos, un 68% declaraba conocer los requisitos que un hogar debe cumplir para beneficiarse del mismo.

El estudio de la CNMC es de naturaleza multisectorial y recoge datos relativos a los mercados de telecomunicaciones, audiovisuales, energía, postal y transporte, entre otros. La encuesta de esta oleada se llevó a cabo en el segundo trimestre de 2018 e incluyó a 4.759 hogares y 8.880 individuos.