José María González Moya (APPA Renovables): “El último gran reto de las renovables es la calefacción y la refrigeración”
Entrevista con
José María González Moya
Director General de APPA Renovables
¿El mapa actual de las renovables en España es el que se hubiera imaginado hace varios años, es el ideal, o queda mucho camino por recorrer a nivel legislativo y empresarial?
Desde la Asociación llevamos más de 37 años defendiendo las energías renovables y una de las mayores ventajas que tienen es su complementariedad. La fotovoltaica es hoy la tecnología de generación más barata, pero si sólo instalamos fotovoltaica tendremos grandes desequilibrios, tanto a nivel físico, los llamados vertidos, porque no podemos consumir toda esa electricidad en ese mismo momento; o a nivel de mercado, con episodios de precio cero o negativos, al haber un exceso de oferta respecto a la demanda necesaria. Si combinamos eólica y fotovoltaica, vemos que la generación es más estable, tanto a nivel diario como estacional. Y si le sumamos la hidráulica, la biomasa… No se trata de ver cuál es la tecnología más barata y sólo apostar por esa, debemos contar con un mix equilibrado, con distinto peso de cada tecnología, en función de nuestras necesidades. Exactamente igual que ocurre con nuestra alimentación, igual que no se nos ocurriría comer sólo lo más barato y sí debemos comer según nuestras necesidades alimenticias, lo mismo ocurre con el mix de generación. En el propio Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) tenemos un mix de generación objetivo a 2030 y sabemos que no se va a cumplir en varias de las tecnologías.
Y esto es únicamente el 25% de nuestra energía, porque la electricidad, cuando vemos los números, es sólo la cuarta parte del mix energético global. Los grandes elefantes de la habitación son el transporte y la calefacción, donde somos extraordinariamente dependientes de los combustibles fósiles. El transporte, con mucho peso en España del transporte por carretera, se alimenta en su inmensa mayoría con derivados del petróleo, que no tenemos y debemos importar. Aquí sólo tenemos dos opciones: o electrificamos la demanda, apostando por el vehículo eléctrico; o introducimos un mayor porcentaje de biocombustibles en la mezcla del parque automovilístico actual. Son opciones no excluyentes, porque necesitamos todo. En 2022, la cuota real de renovables en el transporte fue del 3,57%, la cifra más baja de los últimos años. Ni estamos avanzando en biocarburantes, ni en vehículo eléctrico a la velocidad que necesitamos.
El último gran reto de las renovables es la calefacción y la refrigeración. Aquí tenemos diversas opciones para sustituir las calderas de gas o de gasoil. Podemos usar biomasa, solar térmica, geotermia… Pero la forma más eficiente de llevar renovables a los hogares es la electricidad. En 2023, más del 50% de la electricidad se generó con renovables. Si apostamos por la aerotermia o la bomba de calor, que calientan o enfrían los hogares, oficinas y empresas gracias a la electricidad, llevaremos ese mismo porcentaje de renovables, de forma instantánea, a esos sectores. Pero es que, además, aumentaremos sustancialmente la calidad del aire de las ciudades. Cuando llega el invierno, las calderas de combustión de toda la ciudad emiten contaminantes, que vienen a sumarse a los vehículos de combustión, y todo eso lo respiramos. Apostar por la electrificación de nuestras necesidades térmicas también es aumentar por nuestra salud.
Los datos oficiales demuestran que el autoconsumo fotovoltaico se ralentizó en los primeros meses del año 2024. ¿Qué medidas se deberían tomar para afianzar su desarrollo a expensas de que suba o baje la luz?
En la evolución del autoconsumo tenemos causas estructurales y otras que son más circunstanciales. Es cierto que ya no contamos con unos precios récord máximos en la factura de la luz, que impulsó el desarrollo del autoconsumo; o las ayudas europeas. Pero la gran mayoría de características positivas del autoconsumo se mantienen: es una tecnología competitiva, cuya inversión inicial se paga sólo con los ahorros; es sencilla, tanto para la instalación como para el mantenimiento; y su curva de generación es muy predecible.
Estamos viviendo en 2023 y 2024 el ajuste de un 2022 desenfrenado. Se instalaron en ese año 2.649 MW, a ese ritmo, el objetivo de 2030 se habría alcanzado en 2027 y, teniendo en cuenta que no está aumentando la demanda eléctrica, no tiene sentido que incrementemos la velocidad de desarrollo de esta tecnología de generación y consumo.
Tenemos que entender que el sistema energético está interconectado. El autoconsumo influye en el precio del mercado eléctrico, provocando desequilibrios al combinarse con la generación fotovoltaica si no se incrementa la demanda, por lo que el autoconsumo debe ir acompañado de otros desarrollos como el vehículo eléctrico, la aerotermia o bomba de calor… En definitiva, el autoconsumo debe ser la punta de lanza de una electrificación de los consumos fósiles que nos ayude a alcanzar nuestros objetivos de descarbonización, de energías renovables y de independencia energética.
Las medidas son diversas. Nosotros apostamos por medidas fiscales, como deducciones en el IRPF, Impuesto de Sociedades, en el IBI… que son más predecibles para el usuario final, a diferencia de las ayudas, que no se sabe cuándo se reciben y, posteriormente, deben tributar como un ingreso. Lo ideal sería que estas medidas fueran de la mano de electrificación y descarbonización directa.
Muchos clientes pueden tener la sensación de que cuando se habla de renovables se pone más el acento en grandes empresas y fondos de inversión que en el consumidor de a pie ¿Es una percepción cierta?
Es una percepción cierta, pero quizá no se ha trabajado lo suficiente para explicar todos los beneficios que disfrutan los ciudadanos o por qué son necesarias las grandes empresas. Hay proyectos renovables que requieren el conocimiento y la capacidad de inversión de grandes empresas, y hay otras acciones (autoconsumo, comunidades energéticas, proyectos relacionados con los certificados de ahorro energético…) que pueden acometer comunidades de vecinos o consumidores particulares. Necesitamos todas las opciones, porque no estamos en la senda de alcanzar los objetivos y toda ayuda es necesaria.
Cuando me refería a que hay que hacer un esfuerzo por explicar la transición, estaba pensando en los beneficios que obtenemos todos los ciudadanos por esa apuesta. El último informe sobre la calidad del aire de la Organización Mundial de la Salud, cifraba en más de 230.000 muertes en Europa, de las cuales 17.000 en España, debidas a la mala calidad del aire. En 2023 hemos tenido precios más bajos que en el resto de Europa, y sabemos que esto es por las renovables. La calidad del aire, el precio de la electricidad, la menor dependencia de las importaciones fósiles… todo eso es Transición Energética que beneficia a los consumidores.
En los próximos cinco años España, si se sigue el planteamiento previsto se quedará sin una parte importante de su producción nuclear (Almaraz I y II). ¿Está preparado el sector renovable para suplirlo?
Para el consumidor, un enchufe es un enchufe, y no hay distinción. Pero para operar nuestro sistema eléctrico necesitamos ciertas características de tensión, frecuencia, potencia reactiva… Y no todas las fuentes de generación eléctrica son iguales. Muchas veces nos encontramos con oposición a parques eólicos o plantas fotovoltaicas y el argumento es que las renovables deben instalarse sólo en los tejados en forma de autoconsumo. Pero un sistema así no podría gestionarse, sería inviable.
Con la producción nuclear nos pasa algo similar. Quitamos las nucleares… ¿y con qué las sustituimos? Necesitamos eólica, necesitamos hidráulica, y también una de las renovables más gestionables que existen que es la biomasa, la única que por sus características podría sustituir con más eficacia a esas nucleares. Por desgracia, el desarrollo de la biomasa está actualmente paralizado y la nueva propuesta de metodología de costes pone en riesgo incluso la viabilidad de algunas instalaciones existentes. Las renovables pueden suplir ese cierre de centrales nucleares, pero necesitamos más bombeo, más hidráulica y más biomasa. Tenemos que pensar en la Transición no sólo en términos de incorporación de potencia, también de sustitución de la existente, con características similares.
